Nunca es tarde para aprender a bailar by Alma Sampedro

Nunca es tarde para aprender a bailar by Alma Sampedro

autor:Alma Sampedro [Sampedro, Alma]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial, Romántico, Intriga, Humor
editor: ePubLibre
publicado: 2016-04-13T00:00:00+00:00


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LAO-TSE

C A P Í T U L O25

* * *

Que digan misa

La ceremonia de subasta dio comienzo una vez todos los invitados ocuparon sus asientos. Las mesas estaban ahora repletas de cafés, licores y repostería variada. De vez en cuando algún camarero se acercaba a ofrecer champán a los invitados. El evento parecía funcionar como cualquier otra subasta, pensó Sofía.

Comenzaron por subastar pequeñas obras de arte. La primera de ellas resultó ser un original cubo de Rubik que había sido tallado por un famoso escultor italiano cuyo nombre Sofía no logró entender, a finales de los años ochenta. Fue entonces cuando se percató de que aquello distaba mucho de asemejarse a una subasta normal. El ritmo no era frenético, sino más bien al contrario. El presentador del evento destinaba mucho tiempo para exponer los detalles de cada pieza ofrecida. Explicó que el famoso juego había sido un invento de un profesor de arquitectura en Budapest. El cubo de Rubik había sido creado en mil novecientos setenta y cuatro, pero su popularidad llegó durante los años ochenta. Dado que la subasta se celebraba en italiano, a Sofía le costaba bastante entender todo cuanto se explicaba, pero de vez en cuando Carla, sentada a su izquierda, tenía la gentileza de traducirle cuanto el presentador explicaba. Creyó entender que en el origen del cubo había tenido un papel muy importante el río Danubio, pero no comprendió exactamente por qué.

—El número de Dios —le susurró Alejandro al oído—. Es como se llama al menor número de intentos necesario para formar el cubo de Rubik.

Sofía se giró hacia él sin entender nada.

—¿Cómo dices? —preguntó ella.

—Es lo que está explicando ahora Enzo.

—¿Enzo?

—El presentador. —Sofía agradeció el detalle. Debía ser más que evidente que apenas estaba comprendiendo lo que se decía durante el evento, aun a pesar del enorme esfuerzo que estaba haciendo—. A su creador le llevó más de un mes encontrar la solución. Enzo dice llevar más de cuatro años intentándolo… ¡ja, ja, ja!

Dio comienzo la subasta y enseguida la gente se animó a participar. Ninguno de los compañeros de mesa de Sofía pujó por aquella pieza, pero todos estaban expectantes y disfrutando mucho. El cubo se vendió finalmente por doce mil euros.

La siguiente pieza en ser subastada fue un broche de oro y plata del siglo XIX con forma de ramo y diamantes incrustados. Su precio de salida fueron tres mil quinientos euros. Su precio final superó los veinte mil euros. A Sofía le costaba imaginarse el poder gastar tanto dinero, pero aquellas personas compraban sin el más mínimo miramiento.

Pasada una hora, se habían vendido trece piezas, entre ellas varios bocetos de obras de arte de Miguel Ángel, unos pendientes de esmeraldas que habían pertenecido a la florentina Lisa Gherardini y un original e inusualmente grande caleidoscopio, que había sido creado por un famoso artista italiano. Hicieron un descanso de unos veinte minutos. Carla les propuso ir al recinto contiguo para poder fumar. Sofía prefirió quedarse en la mesa.



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